“La relación entre los sexos es una relación política”- Kate Millet
Cuando hablamos de justicia espacial debemos entender que la injusticia ocurre de distintas formas para los diferentes grupos que conforman una sociedad. Un espacio justo para algunos no necesariamente lo es para todos, y es imperante que busquemos una justicia inclusiva y equitativa. En este sentido, el enfoque de género sobre la justicia espacial es un tema que requiere ser profundizado y abordado. En el conversatorio “Retos y urgencia en justicia espacial y género”, con Zaida Muxí, Surella Segu, Nelifred Maurera y Eliseb Anuel, ahondamos sobre la importancia de considerar la justicia espacial desde una perspectiva de género.
En el conversatorio surgió la premisa de tener un enfoque ‘ecofeministas’ que buscan la interdependencia y cruces inter-seccionales en materia de procedencia, edad, etnia o género. Es ahí donde el compartir los espacios comunes o de orden público son relevantes y pertinentes dentro de una agenda de diseño y planificación urbana. ¿Quién hace qué en el espacio público? Es una pregunta relevante, que nos invita a observar y a organizarnos colectivamente. Mirando comportamientos de interdependencias que promueven eco dependencias desde una escucha empática. Por tanto, co-crear también una cadena de valores que articulan la narrativa de la justicia espacial con perspectiva de género tiene que ser un esfuerzo común necesario. Finalmente podemos transportarnos entre los umbrales desde lo público hasta lo doméstico en igualdad de condiciones y con la sensibilidad adecuada ante las particularidades necesarias de cada ciudadanx.
En ese sentido, existen roles asignados que han sido arrastrados por siglos, y que aún hoy en día juegan un papel importante en la vida diaria. El papel de la mujer se ha definido por lo doméstico, por los cuidados de los niños y los mayores. Estos roles asignados cargan estereotipos que resultan en el desprecio de las tareas que hacen muchas mujeres. Para Muxí, estas tareas despreciadas e invisibles son fundamentales en la sociedad y deben ser consideradas como tal.
Para nadie es secreto la latente influencia que el patriarcado mantiene sobre los sistemas de valores sociales. ¿Pero cuál es el impacto de esto? Zaida Muxí afirma que existe una relación directa entre ser mujer y la falta de justicia. Para Muxí, los hombres y las mujeres no son iguales, pero sí deben ser iguales en derechos. Es necesario entonces, modificar patriarcales estos valores e incentivar la participación de las mujeres en estos procesos de transformación.
Nelifred Maurera menciona que las mujeres aprendemos a ser profesionales desde los esquemas masculinos, y nos enseñan a pensar el espacio desde una óptica que no es la femenina. En una ciudad que desde sus inicios fue mayoritariamente creada por y para hombres, las necesidades de la mujer han quedado relegadas a un segundo plano. Estas necesidades no son consideradas en primera instancia porque no son comprendidas. Ni hombres ni mujeres nos hemos dado a la tarea de comprender como un espacio urbano puede responder a las necesidades específicas del género femenino. Nelifred nos dice que debemos aprender a pensar la ciudad como mujer. Las mujeres nos hemos acostumbrado a vivir en la realidad de una ciudad que no las considera, y se asume la realidad de estos espacios como si fuese la única posibilidad. Pero, ¿Por qué no imaginar realidades alternativas?
Existen muchísimas posibles respuestas a la pregunta ¿cómo sería una ciudad que considere a las mujeres? Pero la respuesta puede resultarnos incómoda, o incluso sacar a relucir muchos tabúes que existen respecto al género. Como Zaida Muxí menciona, algo tan banal como la consideración de baños públicos seguros, limpios y accesibles puede significar un gran cambio en la forma en que las mujeres utilizan las ciudades. Para lograr entender estas necesidades, es esencial que observemos cómo interactúan las mujeres con y en el espacio urbano. ¿Cómo son los recorridos? ¿Cómo son los espacios que evitan, y cómo son los más frecuentados? ¿Qué oportunidades existen?
Pero también es importante considerar que el término “mujer” o “femenino” no es suficiente cuando se trata de búsqueda por la igualdad de derechos. Se debe entender que las diferentes condiciones de cada mujer dan paso a diferentes necesidades, y que por tanto, la respuesta a preguntas de género no puede ser universal. Al considerar a las mujeres, no es suficiente hacerlo solamente desde su sexo, si no también desde su cultura, nivel socio económico, grupo etario, orientación sexual. Son muchas capas, que según Muxí, se superponen para la desigualdad. Se trata de entender la complejidad de la mujer dentro de distintos ámbitos.
Surella Segú habla de la práctica de la arquitectura como una práctica colectiva, haciendo hincapié a la importancia de involucrar no solo agentes multisectoriales, si no también a las personas de la comunidad que son las únicas que saben bien lo que necesitan. De esta manera, se pone sobre la mesa la importancia de promover y potenciar los valores que ya existen dentro del lugar en el cual estamos trabajando. Como profesionales con conocimiento técnico en nuestra disciplina, no debemos llegar a una comunidad pensando que tenemos la solución a los problemas de una comunidad si no nos hemos dado a la tarea de escuchar, entender y observar las dinámicas y relatos que ya existen dentro de esta. Debemos convertirnos en articuladores dentro de las comunidades, en una herramienta que ofrece conocimiento técnico para que la comunidad logre desarrollarse y no llegar a imponer nuestros valores o juicios sobre el sitio.
Cuando trabajamos con comunidades el rol que desempeñan las mujeres dentro de estas debe ser puesto en valor. Como consecuencia de los roles asignados, muchas veces las mujeres son las que mejor conocen las necesidades de una comunidad. Al estar relegadas a tareas domésticas y de cuido entienden entienden las necesidades específicas de su barrio, y se pueden convertir en un actor esencial a la hora de trabajar con comunidades. Nelifred y Eliseb mencionaron su experiencia dentro de AGA Estudio con una líder comunitaria, Marcela, como un ejemplo para reflexionar sobre el rol de las mujeres dentro de las comunidades. Marcela representa a todas aquellas mujeres empoderadas que luchan por el bienestar de la comunidad, y que conocen y entienden las necesidades que existen dentro de esta.
Si, en las palabras de Zaida Muxí, entre el ser mujer y la injusticia hay una relación innegable, entonces es cierto que la injusticia espacial tiene repercusiones específicas sobre la vida del género femenino. Desde formas directas de discriminación hasta formas menos evidentes, es cierto que las ciudades no han sido pensadas para mujeres, en gran parte porque no se les ha permitido formar parte del proceso de construcción de estos espacios. Es imperante entonces, que las mujeres reclamen un rol como agentes en la transformación de las ciudades, y de esta forma logremos cambiar de manera colectiva la narrativa de estos espacios.
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